jueves, 23 de julio de 2009

Poesía e Imagen

Poesía de reflejos luminosos, de una mirada que ve y vuelve a ver el devenir de lo mismo hacia una alteridad en la que, no obstante, persiste transfigurado. Poesía que desdobla figuras, que juguetea con repeticiones, descolocaciones y recolocaciones…en suma, estesis del espejeo que funda un mundo al que Alfonso será siempre fiel, el de las flores y frutos, el de la vegetación, las piedras y arenales, el de los fenómenos naturales en su magia y misterio. Ahí, cual emblema cobra inusitada vigencia el epígrafe de Octavio Paz: “la irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada”. En ese ámbito de transparencias, reflejos, refracciones e ilusiones, emerge, aparece, declina, desaparece y reaparece ese otro, la presencia del haiga, otra constante primordial en el mundo poético de Cisneros Cox, como en “Halo” convivencia entre poesía e imagen es fundamental… Ante ella, los rayos de la luz se funden con el cruce de miradas… éstas cobran entidad, adquieren peso, brillo, opacidad, fluidez. El devenir de la existencia llevará al poeta por otros caminos, pero siempre habrá una lealtad de fondo con ese primer instante. El lector podrá comprobarlo. La selección de haikus muestra al orfebre que, en el marco de ese mundo ya creado, labra con fruición imágenes concisas, exquisitas e impactantes. Se trata aquí de una exigente selección que muestra lo mejor de la producción de Alfonso en este género surgido en Japón probablemente a fines del siglo XV, cuyo canon de tres versos, de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, constituye un molde flexible para el desarrollo de una poética de la sutileza, la sugerencia y el satori (la iluminación, en el budismo Zen). El parangón de ese dominio del género es la primera ocurrencia de Láminas: Un charco: / la calle inundada / de cielo. Aunque otros de los haikus seleccionados podrían serlo sin problemas. Pues bien, con ese haiku, Alfonso ganó, en el año 2001, un concurso de poesía convocado por la revista electrónica sevillana El Rincón del Haiku. Dicho reconocimiento, obtenido gracias a la votación a través de internet y a la opinión de expertos, determinó que fuese elegido el mejor autor entre más de 60 participantes de España, Francia, Japón y América, y que el citado poema fuese considerado el ganador entre los casi 300 haikus presentados. Sin duda, un ejemplar contundente e impresionante de esa asombrosa fuerza expresiva con la que este género capta la sorpresa de un revelador instante. Cisneros Cox se sitúa así en una tradición en la que figuran los nombres de Matsuo Basho, Octavio Paz y Javier Sologuren, por citar solamente a tres de sus más célebres cultores.


Escrito por: Óscar Quezada Macchiavello



Voces mínimas

A Javier Sologuren


LÁMINAS


INSTANTE

Un charco:
la calle inundada
de cielo

SECUENCIA

Volteas ligera
cegada por el sol
y tus cabellos

MEDIANOCHE

Junto al vino:
las cenizas

REFLEJO

Sobre el césped
tiembla la luz

REDES

Tendidas
sobre las barcas:
algas de marzo

VIGILIA

Parpadea
una lámpara:
el arenal

ROCÍO

Lentamente
las hojas se enjuagan
la espalda

CÁNTARO

Cojo las uvas
para beber la noche

MAÑANA

Abro la ventana
entre rosales
de agua

RINCÓN

Una pared blanca:
la buganvilla

EROS

Ligero el silencio:
la rosa y la abeja

CALLES

Me persigue
un dios muerto

PAUSA

Han cambiado
de agua
tus ojos


LOMAS

*

Agua tranquila
ligero el sonido
del amanecer

*

Cangrejos rotos
la luz los deshace:
arena fina

*

Altos como el sol
los pelícanos duermen
peñas blancas

*

Sobre las rocas
niebla ligera de mar
esparciéndose

*

Roja pared
bajo esteras de paja
branquias de sol

*

La lámpara de brea
El jarrón de vino
La puerta abierta

*

Tenuemente azul
anochece sobre el puerto:
luces lejanas

*

En el ocaso
solo el ropaje blanco
de la noche


NATURA VIVA

*

Entre espigas
se abre el corazón
del sol

*

Lento atardecer
la sombra proyecta
su lengua de piedra

*

De salto en salto
el petirrojo enciende
la enramada

*

Clara cascada:
el tiempo lava
la piedra

*

El viento silba
dentro de un pájaro
herido

*

La hormiga deambula
sobre el secreto
de la piedra

*

El pez ha muerto
en sus ojos huecos
agua cristalina

*

Desnudo techo:
extraños quehaceres
de la araña

*

Río detenido:
frente al mar se han posado
dos orillas

*

Imperceptible
la secreta blancura
de la noche

*

Aroma de jazmines:
¿alguien toca
mi puerta?

*

Amarillo y azul
en la jaula cautivos
cielo y sol

*

Colibrí:
corazón detenido
en cada flor


SENDAS DE KIOTO

*

Solo le falta
un gong a tus ramas
frondoso pino

*

¿Y esas sombrillas
son también para el agua,
pequeños lotos?

*

Al sumergirse
la carpa, vuelve el estanque
a su color

*

¿Es aquí donde
reside tu pureza,
vago reflejo?

*

Viento agitado
mudándose de rama
la flor del cerezo

*

Antiguo templo
¿cruje acaso tu corazón
de madera?

*

Qué breve que
suena la piedra
bajo el arroyo

*

Si la piedra cae
el silencio
es del agua


ESTANCIAS DE LA MEMORIA

*

Amplia penumbra
la luz se entreteje
en mi memoria

*

Más antigua
que la duda
la mancha de tinta

*

Tarde calurosa
los hombres callados
dicen lo mismo

*

Pájaro ausente:
¿algún astro habrá
enmudecido?

*

Breve resplandor
detrás de la pared
el rincón envejece

*

En su quietud
un caracol arrastra
resplandor de estrellas

*

El agua tiene
la cara triste
del día

*

Largo sendero
la sombra camina
bajo mis pies

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